Si cogemos un bisturí y nos ponemos a hurgar en el interior de las palabras, descubrimos que tienen dos partes, la raíz o lexema y el morfema. La raíz es lo que nos da el valor semántico de la palabra, mientras que el morfema nos da la información gramatical.
Para explicarme mejor, veamos unos ejemplos. La siguiente serie de palabras: «listo», «listas» y «listeza», comparten la raíz «list-», que nos dice que todos estos vocablos se refieren a la sagacidad. Pero dicha raíz no nos dice si son sustantivos o adjetivos, si están en singular o en plural, o si están en masculino o en femenino. Esta información gramatical la aportan los morfemas, que son «-o», «-as» y «-eza».
Existen diferentes tipos de raíces y de morfemas. Las raíces pueden ser:
- Dependientes: en español casi todas las raíces son dependientes, como «list-», que no puede aparecer por ahí sola, sin la compañía de algún sufijo. En otras lenguas lo que necesitan son prefijos.
- Independientes: también podemos encontrar algunas de estas raíces en español, como «luz» o «hábil», que tienen vía libre para estar solas. La mayoría de las lenguas solo tienen raíces independientes.
En cuanto a los morfemas, tenemos los siguientes tipos:
- Afijos: son esas partículas sin valor independiente que se pegan a la raíz, como los prefijos y los sufijos.
- Adposiciones: son palabras independientes que pueden ir delante de la raíz (preposiciones) o después (posposiciones). El español cuenta con algunas preposiciones como «a», «hacia», «el» o «y» (los artículos y las conjunciones en nuestra lengua tienen la forma de preposiciones, pues son palabras independientes que aparecen delante de la raíz; existen lenguas en las que estas palabras tienen la forma de posposición o de afijo).
- Repetición de la raíz: es un recurso más común de lo que pudiera parecer, pues alrededor de la mitad de las lenguas del mundo lo utilizan. Se trata, como podrás imaginar, de repetir la raíz, como en el indonesio, cuyo plural se obtiene duplicando la raíz: «orang» (humano) → «orang-orang» (humanos).
Dicho esto, podemos hacer una pequeña prueba, inventar una raíz y ponerle diferentes tipos de morfemas para ver cuál nos convence más. La raíz que se me ocurre es «cal», cuyo significado es… em… «libro». Y ahora voy a añadirle un morfema con valor de plural. Puedo probar primero con afijos, de modo que «libros» podría decirse «scal» si añado un prefijo, o «cals» si lo que añado es un sufijo. Con adposiciones los resultados podrían ser «sa cal» en caso de que añada una preposición, o «cal sa» si es una posposición. Y si repito la raíz sería «calcal».