Vayamos al grano, así que pronuncia alto y claro la palabra «atleta», y a continuación divídela en sílabas. Si eres español, seguramente la habrás dividido de esta manera: at-le-ta. Pero si eres de América, y especialmente si eres mexicano, es posible que la hayas dividido de esta otra forma: a-tle-ta.
Como vemos, la t baila de una sílaba a otra según quién la pronuncie. Este curioso fenómeno se debe a que en el castellano antiguo la combinación tl era impronunciable dentro de una misma sílaba, una restricción que se ha conservado hasta el día de hoy en España. Sin embargo, esta combinación sí estaba permitida en el náhuatl, la lengua de los antiguos aztecas, y esta habilidad para pronunciarla se ha transferido a los modernos hispanohablantes de América.
Esto que te cuento te puede ser muy útil si deseas que tu lengua evolucione a lo largo del tiempo, pues una palabra evolucionará de formas diferentes según el modo en que se dividan sus sílabas. Para ejemplificarlo, volvamos a la palabra «atleta». Cuando los españoles intentamos decirla con corrección, pronunciamos perfectamente la primera t. Pero a la hora de la verdad, cuando hablamos deprisa y corriendo, esa t nos la comemos con patatas, y ponemos en su lugar una d o alargamos la l: algunos españoles decimos «ad-le-ta» y otros «al-le-ta». Ya solo faltaría que la RAE dejara de empeñarse en que pronunciemos las palabras de forma antinatural, y admitiera las grafías «adleta» y «al·leta» (ese punto lo he tomado prestado del catalán para representar una l larga) para que se produjera oficialmente un cambio fonológico.
Esta evolución es muy improbable en América y prácticamente imposible en México. Como dividen las sílabas de forma diferente, esta palabra solo podrá evolucionar por derroteros muy distintos. Se me ocurre el siguiente: la l de «atleta» es lo que llaman los lingüistas una consonante líquida, un tipo de consonantes muy suyas que cuando se transforman, suelen convertirse en otras igualmente líquidas, como por ejemplo la r. Así, la palabra «a-tle-ta» bien podría cobrar la siguiente forma en un hipotético futuro: «a-tre-ta».
Por supuesto, todos estos cambios son universales, es decir, que todas aquellas combinaciones con tl evolucionarían siempre del mismo modo. Por eso en España también decimos «Adlántico» o «Al·lántico».
Sin duda, son cambios naturales en su estado natural. También tenemos casos de intervencionismo lingüístico como los cultismos y no todos los cambio se dan en cualquier posición. Lo normal en la vocal «a» es que tienda a mantenerse; especialmente si es a comienzo de palabra; por lo general, los comienzos de palabra cambian poco. Pero el tema del silabismo puede ser fundamental. En el caso del pantakakiano, trato de ser flexible con el tema de las líquidas o dejar margen a la comodidad, como muchas de las cuestiones de acento, pero siempre hay límites a lo que uno es capaz de pronunciar correctamente sin una ingente práctica.
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Los cultismos son un caso aparte de los que pienso hablar en algún momento. Con respecto a su pronunciación son un claro ejemplo de los prejuicios de los académicos y, en ocasiones, hasta de su ignorancia. La misma palabra «atleta» y que muchos pronunciamos «adleta» o incluso «azleta», era pronunciada por los griegos de esta última manera.
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¿Crees que podrías hablar sobre abugidas? La lengua en el trabajo, que aún no tiene nombre, es abugida y seguro me vendría bien algún consejo.
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Sí, por supuesto. Se trata de un tema muy interesante.
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