En el mundo real todas las lenguas evolucionan salvo, por supuesto, las que se han extinguido. La lengua M que describí en las últimas entradas no es ninguna excepción, y lo que veremos entre esta y la siguiente entrada es cómo evolucionaron sus sonidos en las tres principales ramas en las que se dividió: la sureña, la noroccidental y la nororiental.
Cada una de estas ramas debió dividirse a su vez en numerosas lenguas y dialectos, de manera que para facilitarme la labor, en lugar de describir cada una de las ramas, elegiré la lengua más importante de cada una de ellas, y a las que llamaré lengua S (la lengua sureña que hablaba el pueblo C), lengua NO (en representación de las lenguas noroccidentales), y lengua NE, la principal lengua del noreste y que será la que finalmente vaya a desarrollar a partir de la próxima entrada (¡por fin!).
Ahora cabe preguntarse cómo podemos decidir la evolución de los sonidos. Existen varias estrategias posibles. Una de las más sencillas y divertidas es, simplemente, repetir a gran velocidad un sonido o una combinación de sonidos hasta que sufra algún tipo de mutación. Por ejemplo, cuando repito a gran velocidad la sílaba «tie», al cabo de un rato me acaba por salir «che», aunque a vosotros os puede dar un resultado diferente. Otro método es indagar en los cambios fonológicos de las lenguas naturales e intentar copiarlos. En la evolución del latín al español, algunas oclusivas sufrieron lo que los lingüistas llaman lenición, que en román paladino significa que la oclusión se debilitó. Así, la oclusiva [t] del latinismo «patrem» se suavizó en la fricativa [ð] de la española «padre». En esta página podéis encontrar una lista de cambios fonológicos que han sufrido algunas lenguas naturales. El problema es que si copiáis estos procesos, probablemente lo hagáis sin criterio. Las lenguas evolucionan siguiendo una serie de patrones claros y normalmente únicos. Aquí no hay espacio para explicar cómo funcionan esos patrones, aunque os invito a leer mi libro «Cómo crear una lengua», donde los explico con detalle.
De todos modos, alguna pista os daré cuando veamos cómo evolucionaron de la lengua M las tres lenguas que antes cité. La primera lengua que vamos a ver es la sureña. Las dos características principales de su evolución fueron la suavización de las oclusivas, que sufrieron un buen mareo, y el retroceso de algunos puntos de articulación, especialmente en las fricativas:
- Las oclusivas sordas de la lengua M se sonorizaron: /p/, /t/ y /k/ → /b/, /d/ y /g/.
- Las oclusivas aspiradas también se suavizaron y se convirtieron en oclusivas sordas: /pʰ/, /tʰ/ y /kʰ/ → /p/, /t/ y /k/.
- Y para acabar el círculo de las oclusivas, las palatalizadas simplificaron su doble articulación a favor de una fuerte aspiración: /pʲ/, /tʲ/ y /kʲ/ → /pʰ/, /tʰ/ y /kʰ/.
- Las fricativas, como dije, retrasaron un pasito su punto de articulación. Así, la dental /θ/ se transformó en la alveolar /s/; la /s/ en la postalveolar /ʃ/; y las /x/ y /h/ se fusionaron en esta última.
- La africada /ʦ/ se dejó contagiar por este mismo proceso y también retrasó su punto de articulación para convertirse en /ʧ/.
- Hubo otro cambio que no tuvo nada que ver con estos, y que fue la lateralización del fonema /ɾ/, pues se convirtió en /l/.
- Todos estos cambios fueron universales, es decir, que todas y cada una de las /p/ de la lengua M se transformaron siempre en /b/, y que todas y cada una de las /ʦ/ se transformaron en /ʧ/. Pero también hubo algunos cambios limitados. Por ejemplo, el fonema /h/ desapareció solo cuando iba al final de palabra, y la combinación /lr/ (que encontramos en la unión de dos raíces, como «al+řah»; tales raíces podéis verlas aquí) se transformó en el fonema /rː/, o sea, en una r larga.
- Esto en cuanto a las consonantes. Las vocales se mantuvieron bastante estables, salvo en los diptongos decrecientes que se convirtieron en nuevas vocales: /äj/ → /ɛ/; /äw/ → /ɔ/; /əj/ → /e/; /əw/ → /o/.
- La única vocal en desaparecer fue /ə/, que se transformó en /e/ si era átona, y en /ɛ/ si era tónica.
El sistema fonológico resultante es el siguiente:
El patrón de los cambios fonológicos de la lengua NO es notablemente distinto al de la lengua S. El principal motor de sus cambios fue la fuerte influencia de diversas alofonías… ¿Alofoqué? Esta hermosa palabreja hace referencia a esos sonidos que son objetivamente diferentes pero que en una lengua determinada suenan igual. Es el caso de los fonos [b] y [β], que para nosotros los hispanohablantes son indistinguibles. Si no me crees, di la palabra «bebé» tras una pausa, y procura fijarte detenidamente en cómo has articulado ambas b. En la primera habrás cerrado completamente los labios, lo que significa que has dicho la oclusiva [b], mientras que con la segunda los habrás entreabierto un poquito, o sea, que habrás dicho la fricativa [β]. Pues sucede que en muchas lenguas las alofonías son responsables de la evolución de algunos sonidos, y esto mismo fue lo que le pasó a la lengua NO:
- Esta vez comenzaré por las vocales. Al igual que sucedió con la lengua S, se mantuvieron muy estables salvo la /ə/, que muy pronto sufrió dos alofonías: cuando estaba acompañada por una consonante palatal, velar o glotal, su articulación retrocedía, produciendo el fono [o̞]; mientras que cuando estaba acompañada por consonantes más adelantadas, su articulación se adelantaba convirtiéndose en [e̞]. Cuando estas alofonías se afianzaron, pasó que cuando /ə/ no iba acompañada por consonantes, acabó convirtiéndose en /e̞/, salvo si en alguna sílaba adyacente aparecía una /u/, con la que armonizaba y se convertía en /o̞/. Sí, un lío, lo reconozco…
- Este cambio vocálico es común a todas las lenguas habladas en el norte de Incógnita, de manera que, tal y como veremos en la próxima entrada, también lo sufrió la lengua NE. No obstante, una peculiaridad única de la lengua NO es que el contraste entre /u/ y /o̞/ acabó desapareciendo hace relativamente poco tiempo, y la primera se convirtió en la segunda.
- Otro cambio vocálico fue la aparición de la vocal /ə/ al final de palabra cuando esta acababa en -p, -t, -k, -m, -řs y -nt. Posteriormente, esta /ə/ sufrió la devida evolución descrita en el primer punto. Pongo un ejemplo: la palabra /näm/ evolucionó primero hacia /’nä.mə/ y más tarde hacia /’nä.me̞/.
- Con respecto a las consonantes, las oclusivas palatalizadas /pʲ/, /tʲ/ y /kʲ/ conservaron su coarticulación, pero esta evolucionó por la influencia que ejercía la parte oclusiva. De este modo, en el fonema /pʲ/ la /p/ arrastró la palatalización hacia su mismo punto de articulación, el bilabial, para transformarse en /pɸ/ (el fonema /ɸ/ es una especie de /f/ pronunciada solo con los labios); el fonema /tʲ/ hizo lo mismo arrastrando la palatalización hacia el punto alveolar, resultando /ʦ/; y la /kʲ/ no se quedó atrás y se convirtió en /kx/. Esta nueva tríada de sonidos se clasifican como africados, que es un tipo de coarticulación especial compuesta por una oclusiva más una fricativa.
- Las nasales también se transformaron por culpa de diversas alofonías, esta vez por la influencia de las vocales. Por ejemplo, el fonema /m/ se conservó tal cual ante a, e, i, pero ante las vocales posteriores o, u su punto de articulación retrocedió en tres pasos: primero se convirtió en la labiodental [ɱ] (una m en la que nos mordemos los labios), más tarde en la dental [n̪] (una n en la que nos mordemos la lengua), para estabilizarse finalmente en la [n]. En cuanto al fonema /n/ de la lengua M, su evolución no se produjo por la localización de las vocales, sino por la abertura de las mismas. En consecuencia, cuando la n acompañaba a las cerradas i, u, se transformaba en [ɲ], que es nuestra querida ñ. Posteriormente la u, como dije, se convirtió en o, de manera que la sílaba ño es común en esta lengua.
- Las aproximantes se contagiaron de algún modo por este cambio, ya que se nasalizaron (el acento de los hablantes de esta lengua es muy nasal, como el catalán o el portugués). La /j/ se convirtió en /ɲ/ y la /w/ en /ŋ/, un fonema que aparece en palabras inglesas bajo el dígrafo ng, como en King Kong.
- Otra característica que comparte con la lengua NE es que la vibrante múltiple /r/ se suavizó en /ɾ/. Y otro cambio que comparte, en esta ocasión, con todas las lenguas de Incógnita, es la desaparición de /h/ al final de palabra, lo que implica que probablemente fue el primer cambio fonológico que sufrió la lengua M.
El resultado es este:
Cómo crear una lengua, Editorial Berenice.
Pingback: Una nueva lengua: fonología de la lengua NE | Cómo Crear una Lengua