En las anteriores entradas hemos visto cómo pueden crearse palabras de origen antiguo y préstamos. Me gustaría continuar creando neologismos, pero para ello me parece conveniente definir previamente la morfología. De este modo sabré qué categorías gramaticales posee la lengua erenna, si tiene género, cuántos números posee, y otras cosas que me facilitarán la creación posterior de nuevas palabras.
Comienzo diciendo que las raíces del erenna son independientes e invariables. Con lo de «independientes» me refiero a que pueden aparecer en una oración sin la compañía de morfemas; en español encontramos algunas raíces por el estilo, como «reloj» o «hábil». Mientras que lo de «invariables» significa que cuando se les añade algún afijo, este se suma a la raíz sin alterarla de ninguna manera; de nuevo, es lo que les sucede a las raíces del español que antes cité, ya que en plural se conservan tal cual: «reloj-es» y «hábil-es». (A decir verdad, alguna excepción hay a esta última regla.)
Dicho esto, continúo con la información gramatical que aportan los morfemas del erenna. En esta entrada me centraré en la información nominal, es decir, en el género, el número, la persona y los casos gramaticales:
Género (o ausencia de él)
En realidad el erenna carece de género debido a que no hay concordancias. No obstante, ha conservado algunos sufijos de la lengua M con los que se permite crear nuevos sustantivos por medio de la derivación:
- Masculino: tal y como sucede en todas las sociedades agrícolas, el carácter patriarcal de los eredan se acentuó conforme pasaron de una sociedad tribal a otra agrícola y comercial. Por eso, el antiguo género masculino cobró un matiz apreciativo. Se marca con los sufijos «-a» y «-ya».
- Femenino: en consonancia con la transformación del anterior género, el femenino también empezó a utilizarse con el valor de diminutivo. Se marca con los sufijos «-i» y «-bi».
- Colectivo: para términos en singular que se refieren a grupos. Se marca con los sufijos «-n», «-an» y «-am», este último prestado de la lengua arřān.
- Abstracto: para conceptos abstractos e inmateriales. Se utiliza también para convertir un adjetivo en sustantivo. Se marca con los sufijos «-ta» y «-ħe».
Número
El número en erenna difiere bastante del del español. En nuestra lengua los sustantivos están en plural aunque vayan acompañados de algún adverbio de cantidad, como en «todos los perros». Esto en erenna no se permite, pues todos los sustantivos siempre están en singular. El número, por lo tanto, se marca siempre con algún «adverbio» de cantidad (lo de las comillas se debe a que en erenna no hay verdaderos adverbios).
- Singular: como en la mayoría de las lenguas, no se marca de ningún modo.
- Plural: en los textos antiguos y en el lenguaje litúrgico se marca con la postposición «mei», mientras que en el habla diaria se prefiere la preposición «mi», que se convierte en «m’» si la palabra siguiente empieza por vocal. Así, la expresión «cana mei» (perros) sería propia de textos antiguos, mientras que «mi cana» sería la expresión utilizada por el pueblo.
- Numerales: si en erenna decimos «tres perros», (cana nes), el sustantivo cana no varía. Los números del uno al diez son: «la» (uno), «es» (dos), «nes» (tres), «poi» (cuatro), «mai» (cinco), «sega» (seis), «seħta» (siete), «oxta» (ocho), «noba» (nueve) y «decen» (diez).
- Total: se refiere a la totalidad de algo, como «todos los perros». Nuevamente, en los textos antiguos y en el lenguaje litúrgico se marca con la postposición «dai», mientras que en el habla diaria se prefiere la preposición «di», que se convierte en «d’» si la palabra siguiente empieza por vocal.
- Nular: se refiere a cero unidades, como «ningún perro». Se marca con la postposición «zun».
- Paucal: señala cantidades pequeñas, como «pocos perros». Se marca con la postposición «ħu».
- Medial: se utiliza para cantidades medianas, como «ni muchos ni pocos perros». Se marca la postposición «ſi».
- Muchal: para grandes cantidades, como «muchos perros». Se marca con la postposición «alās».
- Ambiguo: se usa cuando no se sabe si se trata de una unidad o más, como en la oración «no sé si era un perro o muchos». Se marca con la postposición «zai».
Persona
Como los pronombres personales en erenna son un poco especiales, los mostraré en la siguiente entrada, cuando hable de los verbos. Por el momento solo explicaré los tipos de personas que hay:
- 1ª 2ª y 3ª personas: igual que en español.
- Impersonal: se usa en oraciones del tipo «llueve en el campo» o «se dice que no ganará».
Casos gramaticales
Se marcan con postposiciones. Los más importantes son:
- Caso nominativo: se marca con la postposición «si», que se convierte en «s’» si la palabra siguiente comienza por vocal. Solo se utiliza cuando el sujeto está compuesto por un solitario sustantivo y el objeto directo aparece justo después; en el resto de casos se omite: «erēn si» (el cisne).
- Caso acusativo: no se marca de ninguna manera: «erēn» (el cisne/al cisne).
- Caso dativo: se marca con la postposición «na»: «erēn na» (al cisne/para el cisne).
- Caso modal: expresa el modo en que se hace algo. Se marca con las postposiciones «me» e «ime»: «erēn ime» (como el cisne).
- Caso locativo: tiene un significado general («en», «sobre», «dentro», etc.) y se marca con las postposiciones «i» y «yi»; esta última se utiliza solo cuando el sustantivo al que acompaña termina en «-i»: «erēn i» (en el cisne).
- Caso lativo: es algo más preciso que el anterior, y señala el origen o el destino. Dependiendo del verbo que lo acompañe puede significar «hacia» o «desde». Se marca con la postposición «du»: «erēn du» (hacia el cisne).
- Caso temporal: marca un tiempo determinado, como la preposición «por» del español en «llegó por la tarde». Se marca con la postposición «u»: «pana u» (para mañana).
- Caso genitivo: además de propiedad, se utiliza también para la voz pasiva. Se marca con la postposición «en»: «erēn en» (del cisne).
- Caso instrumental/comitativo: es equiparable a las preposiciones «mediante» y «con» del español. Se marca con la postposición «tu»: «erēn tu» (con el cisne).
- Caso abesivo: señala la ausencia de algo, como el «sin» del español. Se marca con la postposición «edi»: «erēn edi» (sin el cisne).
Cómo crear una lengua, Editorial Berenice.
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