Una lengua no puede estar completa si no cuenta con alguna forma de expresar un saludo, un agradecimiento o, si la situación lo requiere, el deseo de que el interlocutor se vaya a tomar vientos.
Como me considero una persona educada, comienzo con los saludos. Entre las lenguas naturales estas expresiones suelen ser «neologismos», es decir, que la palabra o palabras que lo forman no han tenido tiempo de evolucionar y su etimología es evidente. Asimismo, suelen ofrecer buenos deseos para el saludado. Un buen ejemplo sería nuestro «buenos días». Por supuesto, hay otras opciones. «Hola» es una palabra de origen incierto que, según algunas hipótesis, podría tratarse de una simple expresión impulsiva, relacionada quizás con «¡hala!».
También hay saludos más finos que otros. De nuevo, nuestro «hola» se considera más vulgar que el «buenos días». En erenna también hay dos saludos que se diferencian por que uno es más familiar que el otro. Cuando hay confianza, se utiliza «tas bināħ» o, más habitualmente, su contracción «tināħ». Se trata del imperativo en segunda persona del verbo «escuchar/oír», de manera que su traducción literal sería un simple «oye». El saludo que se utiliza ante personas desconocidas o de clase superior es «di loi tu», que significa «que estés con los dioses».
La forma de despedirse también es diferente ante personas conocidas y desconocidas o de clase superior. En el primer caso, se utiliza la palabra «pana» (suerte), y en el segundo «aganen aben» (tu servidor), que se suele comprimir en «aganaben» o «agaben» en las regiones orientales, y en un parco «aben» (tuyo) en las occidentales. Estas dos expresiones también se utilizan como sinónimo de nuestro «gracias». (Si pensáis que esto último es un simple truco para ahorrarme una nueva palabra… estáis en lo cierto. Aunque debo decir en mi defensa que hay que saber encontrar atajos; ¡crear palabras con una etimología razonada puede ser agotador!)
Otro tipo de expresiones muy comunes entre los eredan son las imploraciones similares al «¡por Júpiter!» o «¡por Tutatis!» que encontramos en los cómics de Astérix, y que en erenna se expresan con el nombre del dios seguido de la marca del caso nominativo: «¡Ereni si», «¡di loi si» (la traducción literal de estas expresiones no sería entonces «¡por Ereni!» o «¡por todos los dioses!», sino algo parecido a «¡Ereni!» y «¡todos los dioses!»).
Con los insultos podría estar aquí media vida. Pero contendré mi mala baba y solo crearé unos pocos. En esta entrada hablé de «uarſen», un sinónimo de «perro» con el que puedes indicarle a alguien que haga menos ruido y que se bañe más a menudo. Con «tarūħ», palabra que podría traducirse literalmente como «apedreado», resaltas el escaso nivel intelectual de alguien a quien parece que le han apedreado la cabeza. En cuanto a las mujeres, se les insultaba como en todas las sociedades agrícolas preindustriales, es decir, relacionándolas con el oficio más antiguo del mundo. Un ejemplo es «auseſi», literalmente «pechugona», pero traducible más bien como «buscona» o «provocadora».
Entre los modismos más utilizados, destacaré tres:
- «Leħāħ edēl»: literalmente «mostrar el anillo». Se refiere al anillo de bronce que todos los magistrados públicos tenían y que mostraban para identificarse. El modismo vendría a referirse a la necesidad de demostrar algo.
- «Arināħ celon i»: literalmente «jurar sobre bronce». Las tablas de la ley más antiguas de Ereōn se grabaron en planchas de bronce, ante las cuales los magistrados electos debían jurar su cargo. Esta expresión acabó por utilizarse profusamente con el significado de nuestro verbo «prometer».
- «Iſināħ lines uren»: literalmente «pintarse los ojos». Antes de cada batalla, los guerreros eredan cumplían un estricto ritual por el que debían pintarse una franja horizontal negra alrededor de los ojos. Con el tiempo, esta expresión empezó a utilizarse metafóricamente cuando alguien se preparaba para cualquier tipo de enfrentamiento, como una discusión verbal.
Aparte de todas estas palabras y expresiones, los eredan también podían comunicarse por medio de gestos. Entre los más llamativos se encuentran los que utilizaban para saludarse. El gesto entre conocidos o personas del mismo rango consistía en mostrar la palma de la mano bocarriba y retirarla con suavidad, de un modo que puede recordar al gesto que utilizamos para imitar un pase de toros. Por su parte, el gesto utilizado entre personas de diferente rango era mostrar ambas palmas boca arriba hasta que el de clase superior las sujetaba con fuerza. Se cree que ambos gestos tuvieron un origen similar a nuestro gesto de saludar, y que consistía en demostrar que no se llevan armas en la mano.
Un gesto más ofensivo era levantar el dedo índice sobre la frente, en un intento por imitar el solitario cuerno de la ecara, el animal que domesticaron los eredan y que aquí puedes contemplar. Aunque era venerado, a los eredan no se les escapaba que el animal iba un poco corto de entendederas, así que el gesto era una forma bastante ofensiva de llamar «estúpido» a alguien.
Y ya para acabar, voy a describir una serie de importantes gestos que, por casualidades de la vida, alguno de ellos puede llevar a confusión entre los modernos occidentales. Antes de la llegada de los romanos, los eredan solo sabían contar hasta cinco. El nombre de los números correspondía con el nombre de cada uno de los dedos de la mano. Por esta razón, cuando un ereda quería representar el número uno, levantaba el dedo pulgar, llamado la (uno) en erenna. Cuando quería representar el dos, levantaba únicamente el dedo índice, que se llamaba es, o sea, «dos». El malentendido, sin embargo, se producía cuando querían representar el tres delante de occidentales.
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