En el minuto ciento uno del episodio 2 de La Guerra de las Galaxias: El ataque de los clones, aparece un tiparraco bastante feo que, supuestamente, se trata del rey de los geonosianos, una especie de extraterrestres capaces de volar como si fueran insectos y aficionados a los espectáculos sangrientos. En cuanto el rey abre la boca para inaugurar uno de tales espectáculos, de pronto notamos algo bastante fuera de lo común; los sonidos que emite para hablar son tan raros que da la impresión de que una mosca se le ha metido en la boca y que trata de aplastarla continuamente con la lengua, produciendo extraños chasquidos.
A decir verdad, esos chasquidos no son tan raros como pudieran parecer, puesto que cualquiera de nosotros podemos imitarlos. De hecho, los utilizamos de continuo por diversas razones. Por ejemplo, cuando algo no nos gusta o no lo aceptamos, muchas veces negamos con la cabeza al tiempo que emitimos un chasquido que podría sonar más o menos así: «ntch».
Estos chasquidos carecen de valor fonético para los hispanohablantes, es decir, que no nos sirven para construir palabras. Sin embargo, algunas lenguas naturales tienen la habilidad de incluirlos entre su arsenal fonológico. Las lenguas joisianas del suroeste africano son probablemente las más populares con este recurso.
La clave para incluir un chasquido en la fonología de una lengua consiste en ser capaces de pronunciarlas junto a las vocales, de igual modo a como pronunciamos las consonantes normales en compañía de vocales. Así que si logramos decir algo parecido a «ntcha», «ntche», «ntchi», «ntcho» y «ntchu», tendremos la capacidad de incluir chasquidos en nuestras propias lenguas construidas. Si queréis ver un vídeo donde se ve a una persona capaz de hacer algo así, os recomiendo este.
El número de chasquidos que podéis incluir en vuestras lenguas es virtualmente infinito debido a nuestra enorme habilidad para emitir diferentes sonidos. Algunas lenguas joisianas cuentan con varias decenas. Solo es cuestión de probar y probar y ver cuántos podéis combinar luego con vocales.
Algunos chasquidos se clasifican como bilabiales porque se articulan con ambos labios. Uno de los más conocidos es la imitación de un beso, algo así como un «chuick». Otros son alveolares, como el anterior de «ntch». El chasquido con el que imitamos el sonido que produce una gota al caer sobre el agua también es bastante popular. Aunque el más útil, al menos para nosotros, es ese chasquido lateral que usamos cuando alguien nos taladra el oído con sus ronquidos para, precisamente, que deje de molestar.
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